El Decálogo del desarrollo es una obra escrita por un pensador Peruano, Octavio Mavila Medina, que intenta explicar las diferencias entre los países desarrollados y los subdesarrollados, independientemente de la riqueza presente en su territorio. El texto es una buena recopilación de 10 hábitos de los países altamente efectivos, pero subestima la dificultad de cambiar toda una ideología que ha estado presente durante mucho tiempo en países subdesarrollados.

El prólogo se queda corto en explicar la obra, debido a que el autor la describe como un análisis histórico más que una tesis o teoría. Sin embargo difiero con Octavio en ese punto, si bien cuenta con hechos históricos que sustentan su propuesta, la mayor parte del Decálogo del desarrollo son observaciones hechas por un viajero del Perú a países primermundistas.

En un intento de explicar el origen de la pobreza en algunos países, el autor lo atribuye a la antigüedad de las naciones dando como ejemplo a China e India. Poniendo a la obra en contexto, en ese entonces podría describirse a esos países como subdesarrollados y pobres. En la actualidad ambas naciones son economías emergentes que están cambiando el panorama internacional.

Después de descartar la antigüedad, el territorio y la inteligencia de los países como razones de la desigualdad en el desarrollo de los mismos. Octavio Mavila relata las aventuras del viajero en países desarrollado, más tarde esas experiencias conformarían el Decálogo del desarrollo. Lo cual no es más que una recopilación de 10 puntos a seguir para convertirnos en personas más eficientes, esperando que con el tiempo hábitos como la limpieza, responsabilidad, honradez, amor al trabajo, entre otros más se esparzan en la población de países subdesarrollados con la esperanza de que en un lapso de 15 a 20 años se vuelvan potencias mundiales.

Mediante se avanza en la lectura el lector empezará a ver faltas de ortografía. Lo que podría ser solamente falta de atención en la corrección, se vuelve un ejemplo más claro de la omisión de uno de los puntos del decálogo en países subdesarrollados: el deseo de superación. Es decir, el autor pudo haber puesto más esmero en la redacción, sin embargo no dio ese esfuerzo extra que hubiera hecho la obra casi perfecta.

La meta del autor era que para el año 2000, la mitad de la población de Perú practicará los valores del decálogo para poder crear suficiente riqueza como los países desarrollados. No es que quiera ser pesimista, pero después de 9 años, la problemática mencionada en la obra sigue existiendo. Perú tiene un PIB esperado para el 2009 de 151 billones de dólares y Japón uno de 4,000 billones de dólares. La diferencia es abismal, si Perú quisiera alcanzar a Japón en los próximos 20 años, el crecimiento anual debería ser inmenso. No quiero decir que sea imposible, pero se necesitan de estrategias más firmes y concisas que las presentadas por el autor al final de la obra.

Muchas cosas han cambiado desde cuándo se escribió el Decálogo hasta el momento, economías emergentes han repuntado, países pobres son cada vez más pobres, etc. ¿Quién sabe si dentro otros 9 años Perú sea potencia mundial?. Lo que si es de reconocer es la labor del autor por tratar de promover valores que aumenten nuestra productividad como país y nos hagan llegar más lejos como nación. Los invito a leer la obra y analizar lo que esta pasando con las economías emergentes y lo que se pronostica para ellas en el futuro.